La felicidad me dejaba siempre solo.
Gonzalo Arango
Sin dolores de cabeza
ni horas mirando al techo antes de dormir.
Sin llamadas perdidas
ni textos sin enviar.
Sin un "te quiero a 0 cm de mi piel"
ni "buenas noches".
Sin azúcar en el tinto
ni la tarde de un jueves lluvioso.
Sin prórroga de sentimientos
ni escena en la esquina de cualquier barrio.
Sin llanto en el aeropuerto
ni abrazo de despedida.
Ya le tomé práctica a perderte, ambigua y mustia manera de quererte.