He comenzado a dormir al otro lado de la cama, en ambos lados al tiempo.
Era tu lugar en mi cama así no lo quisieras, así lo hubieses usado solo un par de veces y aunque conmigo, no en mi cama.
He comenzado a besar otros cuerpos.
Poner mis besos en tus lugares, hablarle a otros ojos con tu mirada.
He comenzado a tomar las manos de otras historias.
A escribir cuentos sin tu nombre, y a leer poemas para otros oídos.
Pero ¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo, mi fiel verdugo, será que podré soñar con otros ojos, otros labios... Otros abrazos?