sábado, 24 de septiembre de 2022

El secreto en los manglares

lloro, miro al mar y lloro.

canto algo, muy poco.

hay un mar. hay la luz.

hay sombras. hay un rostro.

un rostro con rastros de paraiso perdido.

he buscado.

sino que he buscado,

sino que agonizo.

                                    A.P.

sábado, 29 de mayo de 2021

Poema de un fracaso (con metáforas simples para que puedas entender)

 Que mis ganas no sirven para los dos

que hacen falta las tuyas

y esas no llegan.

Ni en coche ni en tren

ni en ciento cuarenta caracteres.

 -P.B.



Y he llorado

si que he llorado

como si el mar aclamara mis lágrimas

para no perder la sal

como si los ríos 

necesitaran mi llanto 

para no secarse

como si la sierra añorara mi tristeza

para existir.


Esa sierra a la que nunca fuimos, esa felicidad que se quedó esperando a ser sentida, la nostalgia de aquel invierno, ese en el que nunca nevó.


Y te he extrañado

si que te he extrañado

como la luz tenue de la oscuridad

ese pistilo fértil 

dentro de la marchita flor

como el oasis de un desierto

ese abrazo curador

enfermero

de dos almas que un día

se conectaron.

y te he olvidado

sí que te he olvidado

como quien solo conoce 

una manera de perdonar

ese sendero egoísta

que solo alcanzó para uno

como esa tristeza inamovible

este llanto incesable de no tenerte

pero que no es ni la mitad

de lo infausto que fue quererte. 


martes, 23 de marzo de 2021

¿Cómo?

 Está marcado por el dolor de esta pregunta

                     que sale de su boca como un vómito tibio
                     de color malva y emocionante pureza:
                     “¿Por qué hay cosas y no más bien Nada?”
-G.A.


Estoy más lista para morir que nunca
Y sin embargo, no me muero.

¿Cuándo podré dejar esta maleta atrás?
¿Cuántos años más me quedan cargando ésta cabeza que me atormenta?

Si tuviera un día de vida, por cada día que he deseado morir, viviría el doble de tiempo. 

¿Cuándo fui feliz por última vez?
¿Cuándo me sentí bien por mi cuenta la última vez?

Ni siquiera puedo recordarlo.
Arrastro por todo el cuarto una dificultad para respirar.
Soy consciente de la entropía en nuestra cotidianidad y es abrumante.
Difícilmente puedo comprender lo desgarrador que es despertarse y saberse vivo.

¿Pero qué es sentirse vivo realmente?
¿Cómo hacemos para vivir?
¿Cómo salimos del huevo?
Yo soy tú, y los dos estamos muriendo.

¿Cómo hacemos para aprender a vivir como lo hacen los otros, con esa aparente naturalidad, esa relativa facilidad de desplazarse y flotar viviendo?

Dicen que podremos, pero ¿cómo?






Con la exclusiva colaboración de mi gran amigo Andres Chavez.


miércoles, 9 de diciembre de 2020

Distancia papel

-Solo hay una forma de saberlo dicen, desarmarlo hasta entenderlo, destruirlo y luego rehacerlo, volver a ganarlo todo al perderlo-

LPF.


Conducimos juntos, 

bajo la lluvia de unos tiempos extraños;

manejaste un buen tramo,

me cansé, quise manejar yo,

pero la tormenta no fue mejor:

algo comenzó a sonar en la cajuela, 

nos detuvimos.

¿Nos detuvimos?

De alguna manera, pensé que nos habíamos detenido.

Pero tú pisaste el acelerador

y yo no te detuve;

luego sí y luego no, y luego sí,

porque yo quise pisar el acelerador, 

pero tú habías puesto el freno de mano.

¡Algo sonaba en la cajuela!

Como no avanzamos más, simplemente comenzamos a retroceder

no te atreviste, a veces eres más cobarde.

Sin saber, sin mirar, me olió a muerto,

te miré con consternación, sabíamos qué sucedía 

¿sabíamos?

¿Qué resta por hacer en un murmullo de consuelos por algo que parece muerto?

¡Por fin! nos detuvimos de verdad,

fuiste a ver ¿fuiste? dijiste que sí.

¿Viste el cadáver a los ojos? ¿estaba muerto? , pregunté,

dijiste que sí, mentiste.

¡Ya está muerto! como Dios para Nietzshe.

¿Podríamos resucitarlo? No, aseguraste.

Hasta ahí llegó nuestro camino juntos,

decidimos enterrar el cadáver, ahí, en cualquier lugar del camino,

eso lo decidiste tú.

Pero era un cadáver, yo estaba de luto, tú no.

Lo enterraste, te fuiste, esta vez sin mí, 

con el acelerador, sin el freno de mano, sin el cadáver, sin mí.

Conté cuántas lagrimas lloré hasta que volviste

¡No sé si es un cadáver! ¿Sí está muerto?

Está bajo la tierra, solo hay una forma de saberlo,

 ahí estamos, al rededor de una tumba

de un amor que no sabemos si murió o sencillamente sigue ahí,

esperando a ser desenterrado.

martes, 24 de noviembre de 2020

La libertad de unas alas atadas.

Me reconcilio, sé que existo.
Ningún presagio ni mariposa negra amenaza esta soledad.
Gonzálo Arango.





Hoy, cuando estaba ya dejando que ese siniestro sentimiento de cansancio, letargo y angustia me venciera, decidí tomar un lápiz, uno de esos viejos bolígrafos y comencé a dibujar los más grandes deseos de cualquier humano promedio.
Claro, en un comienzo todo es basura, todo es arte pos-moderno, todo es tinta con ínfulas de dibujo, todo es cariño con ganas de volverse verdadero.
Pinté una mariposa para ti, en realidad la pinté para los dos, para que la vieras y para que creyeras, mi cariño y yo nos sentimos tan libres y tan efímeros a la vez.
Para que tu mirada, esa dulce y ácida. Orden y llamado a que sonría, se decida de una vez a regalarme el color desgarrador de una felicidad forzada.
Te advierto, que si me das la vida, luego tendrás que quitármela
Se fue volando a tu lado pero llovió y entonces, mi mariposa de papel, se ahogó en la distancia entre tus abrazos y los míos.


martes, 6 de noviembre de 2018

Por sobre todas las cosas.

Que te recoja del suelo, que te tome inesperada
que por sobre todas las cosas no sea una mentira.
que con sus mustias manos te recorra por completo
que te salve y te condene en un solo movimiento
¡Jaque mate!
que ahí, se junten un par de almas
que te eleve por los cielos por encima de todo lo mundano,
que un abrazo te desprenda de los suelos y por primera vez, te haga sentir viva. 

miércoles, 6 de junio de 2018

¿Hasta cuándo?

He comenzado a dormir al otro lado de la cama, en ambos lados al tiempo.
Era tu lugar en mi cama así no lo quisieras, así lo hubieses usado solo un par de veces y aunque conmigo, no en mi cama.
He comenzado a besar otros cuerpos.
Poner mis besos en tus lugares, hablarle a otros ojos con tu mirada.
He comenzado a tomar las manos de otras historias.
A escribir cuentos sin tu nombre, y a leer poemas para otros oídos.
Pero ¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo, mi fiel verdugo, será que podré soñar con otros ojos, otros labios... Otros abrazos?